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Milagro - Dave Grusin
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La historia de Gómez Cruzado se remonta a 1886. En esa fecha, Don Ángel Gómez de Arteche, familiar del cuque de Moctezuma, descendiente del emperador azteca Moctezuma II, decidió comerciar con vinos de La Rioja y se estableció en Haro. Pasados los años, en 1916, Don Ángel y Don Jesús Gómez Cruzado compran la bodega y se encargan de dirigirla durante una época en la que el negocio se expandió. Sus vinos se fueron definiendo, creciendo y aumentando en calidad. En torno a 1990, el negocio pasó a ser propiedad de varios socios y, en 2003, llegó a manos de sus actuales propietarios, vinculados con México, país en el que residen y al que la bodega parece estar vinculada de alguna forma especial. Sus vinos, su historia, su esencia y todo vuelve a sus orígenes.

Sus actuales propietarios establecen una serie de cambios influyentes en todo el conjunto, desde el edificio hasta la administración, comenzando así a escribirse la “nueva historia” de Bodegas y Viñedos Gómez Cruzado, S.A. que está recuperando la estructura original de la bodega, situada en pleno centro del emblemático Barrio de la Estación.

Entre las obras más destacadas están la mejoran de la climatización y la adaptación de la maquinaria en un proceso que combina la rehabilitación de su arquitectura centenaria con la introducción de la tecnología. De esta forma, Bodegas y Viñedos Gómez Cruzado, S.A. responde a su creciente demanda y a una trayectoria avalada por el reconocimiento de sus vinos, premiados en San Remo, Barcelona, Roma, Amberes, Sofía, Ljubljana y Bachus ´96 (Madrid).


El hecho de que los vinos tuvieran bastante poca notoriedad en la segunda mitad del siglo XX y que en los últimos años se hayan podido beber casi más en México que en España, explica el desconocimiento general de la marca. Incluso resulta milagroso que la bodega no haya sido fagocitada por algunas de sus grandes vecinas.

Sin embargo, el proyecto actual es realmente interesante. Con la entrada, primero como asesores y ahora ya como directores y accionistas del enólogo David González y su socio especialista en viticultura, Juan Antonio Leza, la gama se está más que renovando. Totalmente reformada, con apariencia de nueva, sin grandes vínculos en la memoria del consumidor ni viñedo en propiedad, Gómez Cruzado es la fuente de los vinos más atrevidos y actuales del Barrio de la Estación.

Evidentemente, se ha mantenido la gama clásica. El Crianza (70.000 botellas, unos 10€ en España) se basa en tempranillos de zonas frías e incorpora algo de garnacha en el ensamblaje. El Reserva (40.000 botellas, unos 15€) es casi todo tempranillo y mantiene un estilo muy reconocible como Rioja aunque sin ser tan clásico como sus vecinos. Honorable (10.000 botellas, unos 22€), la marca más antigua de la bodega, se comercializa como genérico y no se elabora en todas las añadas. Es el vino más concentrado y potente que se surte de viñas muy viejas de la Sonsierra.

Más innovadores desde un punto de vista de estilo resultan el blanco (60.000 botellas, unos 10€) que combina viura y tempranillo blanco y crianza en madera y cemento; o el Vendimia Seleccionada (10€, 15.000 botellas), un coupage al 50% de garnacha de zona fría (Badarán, Alto Najerilla) y tempranillo de la Sonsierra, ambos a gran altitud, muy fresco, balsámico y realmente diferente.

Recientemente ha salido al mercado una gama de tres vinos de diferentes terruños que llevan los nombres de distintos montes de la región y que quieren reflejar la idea de que Rioja es una denominación de denominaciones. El primero en llegar fue Pancrudo (2.000 botellas, unos 29€), una garnacha de Badarán muy atlántica y vibrante que se cría parte en madera y parte en huevos de cemento. Completan esta nueva e interesante gama Cerro Las Cuevas (38€), un tempranillo de Leza, y el blanco Montes Obarenes (3.000 botellas, 40€) que mezcla viura y tempranillo blanco y se cría con sus lías en roble francés nuevo y en huevo de hormigón durante 12 meses.

 

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